sábado, 8 de noviembre de 2014

La disculpa no recibida




Isabel Sala

Muchas de las personas que han dejado el Opus Dei, tienen un dolor más o menos grande porque se sienten estafadas, maltratadas, ignoradas por la Institución. No tanto por personas concretas, a las que generalmente se comprende e incluso se disculpa, sino por la Institución en sí misma. Hay por lo tanto una necesidad o deseo de que “alguien” en nombre de la Institución al menos se disculpe. Nada grandilocuente, un simple “lo sentimos mucho” quizás bastaría. Pero no lo hacen, lo cual con frecuencia genera más dolor y considerables dosis de frustración.

Hace un par de días estaba leyendo una novela en inglés en la que uno de los personajes le decía a otro más o menos esa frase que puedes leer en la foto. “La vida se vuelve mucho más fácil cuando aprendes a aceptar la disculpa que nunca recibiste”. Me pareció que era muy cierto y he querido compartirlo con vosotros.

Cuando hacemos depender nuestro bienestar, nuestra reconstrucción, nuestro perdón, de algo que tiene que hacer un tercero, estamos renunciando a una parte de nuestra libertad. Sencillamente porque no está en nuestra mano el hacer que esa persona o institución cumpla la condición que le hemos impuesto, no importa cómo se lo pidamos o los argumentos quizás de mucho peso que empleemos. No podemos cambiar a los demás, solo podemos cambiarnos cada uno a nosotros mismos. No podemos forzar a los demás a que tomen decisiones, pero podemos tomarlas nosotros.

¿Qué ocurrirá si hacemos depender nuestras acciones de condiciones que otros deben cumplir pero no cumplen? ¿No podremos cerrar esa página de nuestra vida?, ¿no podremos sanar esa herida que se nos ha hecho?, ¿no podremos seguir andando nuestro camino en paz porque no podremos perdonar?, ¿quedará nuestra vida hipotecada sobre la decisión de otros? ¿Nos estamos poniendo voluntariamente en sus manos…..? Es como encerrarse en una jaula y darle la llave a otro. ¿Es eso lo que quieres?

Los pasos que damos en nuestra vida deben basarse en nuestras propias decisiones. Las condiciones que ponemos para poder dar esos pasos y tomar esas decisiones, deben depender de nosotros, no de otros. Solo así podremos vivir la vida que queremos y como queremos, y no como quieren los demás que lo hagamos. Cuanto menos dependas de las acciones de otros para tomar las decisiones de tu vida, más libre serás, y por lo tanto también más feliz.

Acepta esa disculpa que nunca te dieron y sigue andando como si te la hubiesen dado. Quizás algún día lo hagan… Pero ese día tú estarás ya muy lejos y es fácil que ni siquiera la necesites.