jueves, 13 de noviembre de 2014

El momento presente



Isabel Sala

Cuando se sale del Opus Dei, la sensación inicial es con frecuencia semejante a la de haber estado viviendo en un mundo paralelo que en ocasiones poco tiene que ver con el mundo real en el que estamos ahora. Los motivos por los que cada cual ha dejado la Institución o ha sido dejado por ella son muchos y variados. Siempre hay una o unas causas concretas que nos empujan a dar ese paso hacia afuera, pero una vez estamos fuera, empezamos a ver toda la experiencia Opus Dei con otra luz y otra perspectiva. Empezamos a darnos cuenta de cosas que estando dentro ni nos habíamos cuestionado, escuchamos las experiencias de otras personas que también pasaron por nuestro mismo proceso y la luz de lo que ellos cuentan nos hace más conscientes de muchos aspectos de nuestra propia experiencia en los que no habíamos caído.

Empezamos a entender muchas cosas, encontramos respuestas claras a preguntas nunca formuladas de forma consciente pero que nos pesaban en el subconsciente. El paso del tiempo y la mayor perspectiva sobre los acontecimientos que lleva asociada, nos hacen ver con frecuencia nuestros años e el Opus Dei como una pérdida de tiempo, como algo improductivo, o incluso como algo equivocado. Algo que nos gustaría borrar del libro de nuestra vida, o cambiarlo y modificarlo de acuerdo al conocimiento que tenemos hoy. Errores que cometimos, contestaciones que no dimos, firmeza que no mostramos…

La tentación de mirar hacia atrás con frecuencia es grande. Y mirar hacia atrás es bueno e incluso necesario para comprender lo que ha pasado, porqué ha pasado, qué hicimos o no hicimos de forma adecuada y qué consecuencias ha tenido en nuestra vida; es decir, para aprender. Pero fuera de eso, el entretenerse en los más mínimos detalles de los atropellos sufridos o producidos por nosotros y en cómo las cosas podrían haber sido distintas si hubiésemos actuado de forma diferente, no lleva a ningún lado mental y/o emocionalmente saludable.

El pasado no existe salvo cuando lo hacemos presente en nuestra mente. No existe; ya no. Pero la mente es capaz de rememorar las cosas vividas de forma tan fidedigna que nos da a veces la sensación de que es real. Volvemos a sentir las emociones que sentimos en el momento rememorado, recordamos la música que sonaba, cómo olía, cómo íbamos vestidos… Tenemos sensación de realidad, pero en verdad eso que rememoramos solo existe en nuestra mente. Y como no es real, no podemos cambiarlo. Podemos no repetirlo, pero no cambiar lo que hicimos; incluso si lo hicimos ayer.

El futuro tampoco existe, eso resulta más evidente. El futuro será en función de lo que hagamos ahora, cada día, cuando ese día sea presente. El futuro está abierto a infinidad de posibilidades, y está en tu mano tomar las decisiones que te acerquen en ese futuro al que quieres llegar. Por eso, una vez aprendidas las lecciones del pasado, es necesario dejarlo ir y poner el foco de la atención en el momento presente, que es el lugar en el que ocurre la vida y el momento en el que tenemos capacidad real de actuar, de ser creativos, de llevar las riendas y dirigir nuestra vida hacia donde queremos que vaya.

Si necesitas algo que te motive para actuar en el momento presente, mira hacia el futuro que quieres construir. El futuro es la referencia que me va diciendo si los pasos que voy dando en el presente son los adecuados o no: si me acercan a lo que quiero en mi futuro son adecuados y si me alejan no lo son. O también puede ocurrir que en un momento dado decidamos cambiar el diseño de nuestro futuro y entonces los pasos a dar para alcanzarlo tendrán que ser diferentes a los que inicialmente habíamos planeado y/o veníamos dando… Pero el futuro no pasa de ser en ningún caso una referencia. La calidad de tu vida te la juegas en el presente. Y lo bueno de esto es que en el momento que te das cuenta de que algo “ha salido mal” o no funciona como tú crees que debería, siempre tienes un nuevo momento-presente recién estrenado en el que puedes actuar y enmendar o corregir lo que te parezca que debe ser enmendado o corregido.

En el momento presente eres muy poderoso, tienes la capacidad de hacer, de actuar, de cambiar las cosas. Así que puedes emplear un tiempo precioso dándole vueltas a algo que ya no existe y que por lo tanto no tienes poder alguno para modificarlo, o puedes emplear esas mismas energías en construir la vida que quieres  vivir. Está en tus manos elegir y abrazar las consecuencias que de ello se deriven. Ahora eres libre.