por Isabel Sala
Cada uno de nosotros tiene una forma única de ver la realidad. La forma
en la que vemos e interpretamos las cosas es subjetiva, no puede ser de otra
forma. Es por eso que antes de criticar o juzgar a alguien es bueno recordar
que no tenemos forma de saber cuáles son exactamente sus circunstancias o
porqué esa persona ha elegido comportarse de la forma en que lo ha hecho, o
decir lo que ha dicho.
Si estamos de acuerdo en que las cosas no pasan al azar, podemos aceptar
entonces que cada situación, persona, o lugar con el que nos encontremos, nos
resulte cómodo o incómodo, está ahí para que nosotros aprendamos algo a algún
nivel o en algún aspecto.
Por supuesto también podemos partir del supuesto de que las cosas pasan
al azar, y entonces cada vez que algo nos molesta, alguien nos dice algo que no
nos gusta, etc, podemos maldecir nuestra mala suerte, sentirnos víctimas del
mundo en general, o enfadarnos.
Cada uno elegimos nuestra forma de interpretar la realidad. Una misma
circunstancia tiene infinitas formas de ser interpretada, y en función de la
que elijamos, la calidad de nuestra experiencia vital será una u otra.
¿Qué hace falta para elegir una interpretación positiva frente a una
negativa? ¡Nada! ¡Solo hacerlo! Las elecciones son un acto de la voluntad,
instantáneo. Si eliges ver cada cosa que no te gusta o que te incomoda como una
oportunidad de aprender algo bueno, podrás comprobar por ti mismo el cambio
radical a mejor que da la calidad de tu experiencia vital.
Si eres de los que llevan mucho tiempo optando por el “enfado
existencial”, sepas que una gran mayoría de los habitantes del planeta Tierra
están en tu misma situación. No tienes más que enchufar la TV, encender la radio,
o sentarte en una terraza y prestar atención a lo que habla la gente… Pero no
pasa nada, todo tiene solución. Seguramente tu subconsciente pondrá en marcha
ese patrón de respuesta negativa de forma automática cada vez que te enfrentes
a algo que por alguna razón no te gusta, así que necesitarás practicar muchas
más veces el patrón contrario para neutralizar el antiguo y automatizar el
nuevo.
No te preocupes, es perfectamente posible hacerlo. El truco está solo en
repetirlo cuantas más veces mejor. Cada vez que te des cuenta de que estás
adoptando la actitud del enanito gruñón del cuento, elige en ese momento
cambiar la interpretación que haces de las cosas que te pasan. No te desanimes
si notas que tu tendencia es a lo negativo, porque tú eres dueño de tu vida y
tienes por lo tanto el poder de cambiar tus tendencias si no te gustan.
Este simple ejercicio de elegir cambiar tu forma de interpretar las
cosas que te pasan, te ayudará a darte cuenta de que eres tú el que creas tu
experiencia vital. Qué liberador, ¿no? Si en algún momento te parece que no te
gusta tu experiencia vital, o si no está mal pero te gustaría mejorarla, piensa
en primer lugar cuál es tu actitud predominante en la vida. Entrénate con la
mayor frecuencia que puedas en elegir interpretaciones positivas para las cosas
que te pasan, y observa las consecuencias; te van a gustar…
¿Qué tal
si eliges ser el creador de tu vida en lugar de la víctima? Prueba… ¿qué puedes
perder? Cuando algo no te guste, antes de buscar responsabilidades fuera de ti
(en los demás, en las circunstancias, en la mala suerte…), mira tu actitud y el
contenido que tú eliges darle a lo que te acontece. Cámbialo y mira cómo te
sientes ahora.
La actitud
de ser los creadores de nuestra propia experiencia vital nos abre a la vida y
nos empuja hacia delante; nos llena de poder. Nos ayuda a darnos cuenta de que
está en nuestras manos hacer cosas para estar mejor, y de que no necesitamos
para ello depender de lo que los demás quieran o no hacer desde su libertad (y
su responsabilidad).
Cuando
elegimos la actitud de víctima nos cerramos, sentimos que la vida nos oprime y
nos acaba aplastando. Nos sentimos impotentes y dependientes de lo que los
demás nos quieran dar o de lo que quieran hacer. A corto plazo puede atraernos
simpatías, pero a medio y largo plazo no trae nada bueno.
Te preguntarás tal vez, ¿por
qué entonces hay tanta gente que elige el papel de víctima…?: porque obtienen
muchos “beneficios” de ello. Pero esto es algo en lo que profundizaremos en
otra publicación.