jueves, 2 de octubre de 2014

Responsabilizarse de la propia experiencia vital

por Isabel Sala


Cada uno de nosotros tiene una forma única de ver la realidad. La forma en la que vemos e interpretamos las cosas es subjetiva, no puede ser de otra forma. Es por eso que antes de criticar o juzgar a alguien es bueno recordar que no tenemos forma de saber cuáles son exactamente sus circunstancias o porqué esa persona ha elegido comportarse de la forma en que lo ha hecho, o decir lo que ha dicho.

Si estamos de acuerdo en que las cosas no pasan al azar, podemos aceptar entonces que cada situación, persona, o lugar con el que nos encontremos, nos resulte cómodo o incómodo, está ahí para que nosotros aprendamos algo a algún nivel o en algún aspecto.

Por supuesto también podemos partir del supuesto de que las cosas pasan al azar, y entonces cada vez que algo nos molesta, alguien nos dice algo que no nos gusta, etc, podemos maldecir nuestra mala suerte, sentirnos víctimas del mundo en general, o enfadarnos.

Cada uno elegimos nuestra forma de interpretar la realidad. Una misma circunstancia tiene infinitas formas de ser interpretada, y en función de la que elijamos, la calidad de nuestra experiencia vital será una u otra.

¿Qué hace falta para elegir una interpretación positiva frente a una negativa? ¡Nada! ¡Solo hacerlo! Las elecciones son un acto de la voluntad, instantáneo. Si eliges ver cada cosa que no te gusta o que te incomoda como una oportunidad de aprender algo bueno, podrás comprobar por ti mismo el cambio radical a mejor que da la calidad de tu experiencia vital.

Si eres de los que llevan mucho tiempo optando por el “enfado existencial”, sepas que una gran mayoría de los habitantes del planeta Tierra están en tu misma situación. No tienes más que enchufar la TV, encender la radio, o sentarte en una terraza y prestar atención a lo que habla la gente… Pero no pasa nada, todo tiene solución. Seguramente tu subconsciente pondrá en marcha ese patrón de respuesta negativa de forma automática cada vez que te enfrentes a algo que por alguna razón no te gusta, así que necesitarás practicar muchas más veces el patrón contrario para neutralizar el antiguo y automatizar el nuevo.

No te preocupes, es perfectamente posible hacerlo. El truco está solo en repetirlo cuantas más veces mejor. Cada vez que te des cuenta de que estás adoptando la actitud del enanito gruñón del cuento, elige en ese momento cambiar la interpretación que haces de las cosas que te pasan. No te desanimes si notas que tu tendencia es a lo negativo, porque tú eres dueño de tu vida y tienes por lo tanto el poder de cambiar tus tendencias si no te gustan.

Este simple ejercicio de elegir cambiar tu forma de interpretar las cosas que te pasan, te ayudará a darte cuenta de que eres tú el que creas tu experiencia vital. Qué liberador, ¿no? Si en algún momento te parece que no te gusta tu experiencia vital, o si no está mal pero te gustaría mejorarla, piensa en primer lugar cuál es tu actitud predominante en la vida. Entrénate con la mayor frecuencia que puedas en elegir interpretaciones positivas para las cosas que te pasan, y observa las consecuencias; te van a gustar…

¿Qué tal si eliges ser el creador de tu vida en lugar de la víctima? Prueba… ¿qué puedes perder? Cuando algo no te guste, antes de buscar responsabilidades fuera de ti (en los demás, en las circunstancias, en la mala suerte…), mira tu actitud y el contenido que tú eliges darle a lo que te acontece. Cámbialo y mira cómo te sientes ahora.

La actitud de ser los creadores de nuestra propia experiencia vital nos abre a la vida y nos empuja hacia delante; nos llena de poder. Nos ayuda a darnos cuenta de que está en nuestras manos hacer cosas para estar mejor, y de que no necesitamos para ello depender de lo que los demás quieran o no hacer desde su libertad (y su responsabilidad).

Cuando elegimos la actitud de víctima nos cerramos, sentimos que la vida nos oprime y nos acaba aplastando. Nos sentimos impotentes y dependientes de lo que los demás nos quieran dar o de lo que quieran hacer. A corto plazo puede atraernos simpatías, pero a medio y largo plazo no trae nada bueno.


 Te preguntarás tal vez, ¿por qué entonces hay tanta gente que elige el papel de víctima…?: porque obtienen muchos “beneficios” de ello. Pero esto es algo en lo que profundizaremos en otra publicación.